La filósofa española y autora de ‘Ética cosmopolita’ sostiene que la cordura es la virtud humana por excelencia.
Héctor González¿Qué puede aportar la ética para afrontar la pandemia? Para la filósofa española Adela Cortina (1947) es necesario reconocer que tanto países como personas somos interdependientes y que solo a través de la compasión podremos ayudar a los más desfavorecidos a salir adelante.Autora de Ética cosmopolita (Paidós), la académica propone pensar ampliar la dimensión del concepto para vincularla con la justicia y la libertad. En entrevista, explica que solo cuando la cultura, la economía o política estén montadas sobre la compasión serán verdaderamente humanas.
Escribe que la cordura es la virtud humana por excelencia. Sin embargo, parece que no estamos en tiempos muy cuerdos.
El tema de las virtudes es muy importante para abordar retos vitales como una pandemia, el cambio climático o el hambre. Desde luego hay que enfrentarlos con instituciones y leyes, pero las virtudes son las disposiciones de las personas. Conforme tomamos decisiones generamos predisposiciones a actuar en un sentido u otro. Y las predisposiciones son las virtudes que a su vez son fundamentales para organizar la vida. Me parece importante ejercer la cordura que es un injerto de la prudencia en el corazón de la justicia, para hacer frente a las cosas. La prudencia nos permite organizar la vida y la justicia tomarnos en cuenta unos a otros. La unión de ambas es la cordura. Hay poco, como dice, sí. ¿Tendríamos que cultivarla? Desde luego, es una de las cosas que tendríamos que haber aprendido de la pandemia.
¿Y la estamos aprendiendo?
Desgraciadamente no. Desde hace dos años la situación mundial no ha mejorado. En México tienen grandes problemas con el narcotráfico y los asesinatos. La migración es todo un tema en América Latina. En Europa las fronteras de Ucrania están llenas de armas y tanques. Tendríamos que haber aprendido que necesitamos ser congruentes, cuerdos; que todos, países y personas, somos interdependientes.
Usted se resiste a la división binaria Libertad vs. Seguridad, o Economía vs. Sistema sanitario. Propone que consideremos todas.
Habitualmente se entiende que la vida se monta sobre dilemas. Un dilema es una situación angustiosa en la que solo se tienen dos salidas. A los psicólogos les gustan mucho estos planteamientos. Sin embargo, yo defiendo que vivimos problemas. Casi nunca enfrentamos una situación en la que solo tenemos dos caminos. La inteligencia nos sirve para pensar otras vías posibles y nuevas. La tarea de la inteligencia no es limitarse a pensar vida o economía. No podemos ponernos en ese plan. La economía nos da los medios para vivir, pero sin vida no hay economía. Necesitamos aprender que ambas son imprescindibles y tomar un camino superior.
Quizá esos falsos dilemas obedecen más a discursos políticos, ¿no?
Desgraciadamente sí. A los partidos políticos les gusta plantear las cosas en esos términos y al final eso termina por descalificar a los otros.
Sostiene también que la libertad debe ir acompañada de autonomía responsable. ¿Cómo se acoplan ambas?
Se dice que queremos ser libres como seres autónomos, pero la autonomía lleva sus obligaciones aparejadas. Se reclama mucho la libertad, pero no queremos asumir las consecuencias de lo que hacemos. A nivel mundial una de las cosas que más preocupan es descubrir que la gente prefiere tener seguridad a libertad. A lo largo de la historia abundan los gobernantes que prometen hacer próspera la vida de sus gobernados, pero siempre que se sometan a su autoridad. Por eso es muy difícil conseguirla y mantenerla.
Propone también añadir al significado de ética la palabra compasión.
La base de una ética cosmopolita es la compasión. Cuando falta a la justicia, la cordura o la libertad, pierde sentido. La compasión es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de sentir su sufrimiento y experimentar su alegría. Va más allá de la empatía. La compasión es el compromiso para ayudar al desfavorecido a salir de su situación. Una cultura, economía o política montada sobre la compasión será verdaderamente humana. Nos falta compromiso con quienes sufren para ayudarles y capacidad de alegrarnos con quienes se alegran.
Me parece que desde distintos campos hay una necesidad por replantear la ética, ¿lo percibe así?
Hay cantidad de filósofos y filosofías con propuestas muy diferentes. Noto que muchos buscan llamar la atención y decir cosas originales para vender sus libros, aunque no tengan fuste o base. Hay que ir rumbo a una ética seria. No se trata de no ser alegres, al contrario. Sin embargo, veo mucha banalidad. Hay que preocuparse por los seres humanos y la dignidad de cada persona.
Usted asegura incluso que la ética debe estar ligada con la economía.
Soy directora de una fundación de ética de la empresa llamada Étnor. Como dice el premio Nobel de Economía, Amartya Sen, la economía tiene que ayudar a crear buenas sociedades. No puede ser que unos cuantos se enriquezcan y la mayoría muera de hambre, eso no es economía, es una inmoralidad. Si hay empresas que funcionan razonablemente y pagan salarios justos, la sociedad crece y se genera riqueza, pero si las empresas son malas e inmorales, la sociedad empeora. No se puede establecer esa separación. Las empresas tienen que ser éticas.