Valencia, 28/11/24. Donald Trump ha ganado las elecciones en EE. UU. Esta vez, la elección se ha producido con conocimiento de quién es Trump y cómo se comporta en el cargo. Su victoria es más dolorosa para quienes en EE. UU. llevan tiempo insistiendo en que Trump no representa los valores estadounidenses. Otros, sin embargo, verán a Trump menos amenazador y se acomodarán a su segundo mandato. Carlota García Encina, investigadora principal de Estados Unidos y Relaciones Transatlánticas del Real Instituto Elcano, ha participado en el Seminario de Ética Económica y Empresarial de la Fundación Étnor que este curso lleva por título “¿Es posible llegar a entenderse en una sociedad pluralista?”. En su conferencia “El nuevo orden mundial geoestratégico tras elecciones de EE. UU.” Carlota García ha analizado el impacto interno e internacional del regreso de Trump a la Casa Blanca. El acto, organizado en colaboración con la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV), ha sido introducido por los presidentes de la CEV y de Étnor, Salvador Navarro y Pedro Coca.
Presidencia de Trump
El mismo argumentario que encumbró a Trump en 2016 lo ha hecho de nuevo ahora. Sus propuestas se centran en la mejora de la economía doméstica del ciudadano norteamericano; la deportación de inmigrantes; la desconfianza en las instituciones, la política, los medios de comunicación y el sistema judicial, y la pérdida de poder de EE. UU. ante las crecientes amenazas del mundo. Desde 2016 Trump mantiene su base de votantes y consigue nuevos votos de hispanos y afroamericanos, pero más que lo que ha ganado Trump, lo significativo es lo que han perdido los demócratas, 6 millones de votantes desde 2020. En opinión de Carlota García, lo que ha determinado el voto en la mayoría ha sido la inflación, “los norteamericanos se guían por la economía doméstica”.
Los candidatos a formar parte del gobierno de Trump, algunos radicales como él, otros del establishment republicano que respetan las instituciones y nuevos republicanos como Elon Musk,” tienen en común su lealtad a un presidente que hoy se presenta más reforzado, experimentado, con ideas y con equipo, “esta vez se lo sabe y viene preparado”, alerta la ponente.
Ante la previsible imposición de aranceles, Carlota García señala el efecto de esta medida en la inflación y la consiguiente subida de tipos por parte de la Reserva Federal, que es lo que no quiere Trump, explica. El mismo efecto inflacionista tendría una bajada de impuestos y también es cuestionable la prometida deportación de inmigrantes en un país con pleno empleo y necesidades de mano de obra.
Ucrania, Oriente Medio y China
La llegada de Trump a la presidencia de la primera economía del mudo ha generado “incertidumbre” en Europa y Asia. Hasta ahora Trump se ha referido a tres escenarios: la guerra de Ucrania, la situación en Oriente Medio y las relaciones con China.
Respecto a la primera, Trump ha prometido que acabará con la guerra, intentará una negociación para un acuerdo que satisfaga a los países implicados y también a EE. UU., algo que la ponente no considera fácil por la falta de confianza de Trump en los europeos y en la OTAN.
En Oriente Medio la figura de Trump es admirada por su “transaccionalidad”, es negociador y genera confianza. “Habrá que ver qué hará con Gaza, hay interés de calma”, asegura. Respecto a sus relaciones con China, a la que Trump quiere imponer aranceles del 60%, Carlota García rebaja la intensidad, “la narrativa de Trump es muy dura, pero puede ser una táctica negociadora” apunta en base a experiencias del pasado. Carlota García ha destacado un elemento más en este escenario: la figura de Elon Musk y su peso en el gobierno de Trump. El empresario con intereses en China “no quiere un enfrentamiento duro, lo que puede ayudar a suavizar la política de aranceles de Trump”, expone Carlota García.
Europa
EE. UU. es para Europa el socio tradicional en seguridad, energía y cambio climático. Ya desde Obama se aprecia en el país un cambio en la política doméstica del país, “un involucrarse menos hacia fuera y mirar más hacia dentro “, explica la ponente.
En lo que respecta a las relaciones transatlánticas entre Europa y EE. UU., la falta de interés de Trump por la OTAN y otras instituciones de la UE, conceden un mayor peso a las relaciones bilaterales, las que establece EE. UU. con cada uno de los países. “Desde Europa vemos las relaciones trasatlánticas cada cuatro años, son las elecciones americanas las que deciden esta relación. Cuando hay sintonía política las relaciones son buenas, pero, considera Carlota García, “Europa debe dejar de pensar quién está en la Casa Blanca y establecer relaciones a largo plazo con EE. UU.”.
España
La relación bilateral de España y EE. UU. es buena, considera Carlota García, “ha crecido y se ha reducido la asimetría a lo largo de los años”. El ámbito de la defensa ha sido elemento de continuidad de esta relación y, tras la crisis financiera muchas empresas españolas vieron una oportunidad en el mercado americano y España ocupa hoy la decimoprimera posición en el ranking inversor en EE. UU.
En el legado de Biden quedan tres grandes paquetes legislativos en materia de infraestructuras, construcción de semiconductores y energías verdes votados por republicanos y demócratas que están inyectando dinero a la economía y beneficiando a muchas empresas españolas allí establecidas. El principal problema, en opinión de la ponente, es que no hay afinidad política entre las dos administraciones, “el problema es que una relación que en principio va bien se politice. No somos un problema ni una prioridad para EE. UU. pero hay que fomentar la relación bilateral”, concluye Carlota García.