Valencia. 15/12/22. Nos llega un rumor, filtrado e interesado, de datos económicos y noticias políticas de China, pero, en lo esencial, el país sigue siendo un gran desconocido. Entender la civilización china, su pensamiento, cultura e historia política es hoy una tarea ineludible y con el objetivo de profundizar en ese conocimiento, Juan Arnau, filósofo, ensayista y especialista en filosofías y religiones orientales ha impartido la conferencia “Confucio: ética y buen gobierno” en el XXXII Seminario Permanente de Ética Económica y Empresarial de Étnor que este curso lleva por título “Valores humanistas para el siglo XXI: un reto también para las empresas”.
Organizada en colaboración con la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV), la conferencia ha sido introducida por Pedro Coca, presidente de Étnor y Jesús Conill, catedrático de Filosofía Moral y Política de la Universitat de València (UV) y patrono de Étnor.
La China de hoy
Juan Arnau considera que se debe romper con la imagen de China que se filtra a diario en las noticias y con la tendencia generalizada, “auspiciada por intereses políticos y comerciales”, a menospreciar lo que llega de este país. En su opinión “China no es una amenaza para el orden global, aunque lo sea para nuestra supremacía”.
Detrás de la vida política económica, política y social de la China de hoy se encuentran los principios de la tradición confuciana. Esta tradición es considerada un valor en alza desde las más altas instancias del gobierno de Xi Jinping y se ve como una tradición abierta a la modernización del país, a un modelo socialista de mercado y a los objetivos del Partido Comunista de China, explica el ponente. Conocer la figura de Confucio, considerado el primer filósofo chino, puede ayudar a entender mejor al gigante asiático que en unas décadas ocupará el epicentro del nuevo orden mundial. “Es una tarea urgente, tanto para las relaciones internacionales, la mediación en conflictos y el papel del pensamiento en el mundo global”.
Confucionismo
La más antigua de las filosofías chinas es una tradición literaria, una forma de vida y un ideario político. Conjuga la erudición, la moral y la aspiración al buen gobierno que, durante siglos y en la actualidad, perfilan las costumbres y formas de pensamiento en China. “El confucianismo no es una reliquia sino una tradición muy viva” confirma Arnau.
Su influencia se ha mantenido durante 2.500 años y la figura de Confucio, trasmisor y revitalizador de un conocimiento antiguo, es comparable a Cristo, Buda o Sócrates. El confucionismo marca en China el inicio de la filosofía de corte humanista, “educación, virtud y cultivo de uno mismo conducen al buen gobierno. No aparecen aquí espíritus, dioses o entidades trascendentales”, explica el ponente.
En cierto sentido se trata de una “religión laica” que desplaza la atención al ámbito humano, pero no con vistas a su salvación, sino al buen gobierno. “El confucianismo se ocupa del ser humano, de su ética, costumbres y organización social, relegando lo mitológico, lo escatológico y lo metafísico a asuntos ociosos, más propios de poetas que de pensadores serios”.
La originalidad del enfoque del confucionismo radica en que se centra en la persona y en una idea particular de lo humano. Estudio, calidad humana y devoción ritual son los tres ejes de su enseñanza. “La responsabilidad de la persona noble y de valía es gobernar por el bien de los demás, armonizar la comunidad humana. Ese es el ideal confuciano”, expone Arnau. Y para ello hay que aprender “humanidad”, la mayor virtud confuciana que se logra con el aprendizaje y siempre en relación con los demás, “la realización no es individual, es política y es social”.
Otro concepto fundamental de esta filosofía es el de la “piedad filial”, la armonía familiar y solidaridad entre generaciones que sigue siendo un elemento clave en la China de hoy. Como también lo es la ceremonia o el ritual que armoniza las relaciones humanas, “para la mentalidad confuciana, la humanidad y el ritual son indisociables”.
El pensamiento chino, a diferencia del cartesiano, se sitúa en lo real, “en ningún caso considera que el orden del pensamiento coincide con el orden de lo real” y son varios los condicionantes que marcan la evolución de este pensamiento. El primero de ellos, que hasta bien entrado el siglo XX el país es mayoritariamente campesino. Un segundo factor, decisivo, es la familia patriarcal y un tercero la propia lengua china, “mucho más eficaz en la protección de influencias externas que la Gran Muralla”.