Emprender es mucho más que poner en marcha un negocio para obtener beneficios económicos. Al menos así lo consideran los emprendedores sociales, cuyo objetivo principal consiste en generar un beneficio social con sus proyectos. Poner en marcha una empresa social es una posibilidad que cada vez contemplan más personas que desean dotar de un significado profundo su actividad laboral.
Pasos para poner en marcha una empresa social
Hay tantas empresas sociales como ideas para mejorar la sociedad, por eso el emprendimiento social no responde a una única receta. Con todo, hay una serie de pasos que se pueden seguir a la hora de poner en marcha uno de estos proyectos, capaces de impactar de manera positiva en el entorno.
1. Investigar y planificar
Lo primero que hay que hacer para poner en marcha una empresa social es identificar el problema social o medioambiental que se desea abordar. Es importante, en este punto, realizar un estudio de mercado y evaluar la viabilidad de la idea. También es necesario concretar qué tipo de beneficio quiere aportar la empresa: productos, servicios, materias primas, generación de empleo, etc.
Una vez definidos, es necesario saber si hay un mercado para ese beneficio social o medioambiental que pretende ofrecer la empresa. Puede que este no exista todavía, que no tenga perspectivas de desarrollarse o que ya esté en funcionamiento.
En cualquier caso, es necesario investigarlo, porque se trata de un factor clave para obtener recursos —como veremos más adelante—.
Una vez cumplidas estas tareas, es el momento de elaborar un plan de negocio que incluya los objetivos, las estrategias y los recursos necesarios para llevar a cabo la idea.
2. Elegir una forma jurídica
Las empresas sociales deben contar con una forma jurídica adecuada. Puede ser una asociación, una fundación, una cooperativa, una sociedad laboral, una sociedad limitada… hay muchas posibilidades.
En este punto es conveniente consultar con un asesor legal que ayude a elegir la forma jurídica más adecuada para la empresa social que se desea poner en marcha. Cámaras de comercio, ayuntamientos, comunidades autónomas y otros organismos también suelen contar con servicios de ayuda a los emprendedores para acompañarlos y asesorarlos en estos primeros pasos.
3. Trámites administrativos
Una vez elegida la forma jurídica de la empresa social, toca registrarla. Para ello, es necesario acudir al Registro Mercantil correspondiente. También será necesario solicitar un número de identificación fiscal en la Agencia Tributaria.
En función de la forma jurídica elegida, habrá que cumplir con ciertos requisitos legales, como elaborar estatutos, actas fundacionales, libros oficiales o acudir al notario para escriturar la sociedad.
En cuanto a la actividad elegida, es posible que requiera de algún tipo de autorización para su desarrollo, algo que conviene consultar con el servicio de asesoramiento elegido.
4. Financiación
Al poner en marcha una empresa social hay que establecer de dónde se obtendrán los recursos necesarios para que sea viable. Aquí es donde procede evaluar las necesidades financieras de la empresa social e identificar las posibles fuentes de financiación.
Por ejemplo, si se trata de un bufete de abogados para personas sin recursos, no existe un mercado para la actividad que permita a la empresa ser financieramente autosostenible y le puede resultar más difícil acceder a financiación tradicional. En estos casos, las donaciones, las subvenciones, los concursos o el crowdfunding son opciones que se deben considerar.
Sin embargo, una iniciativa para mejorar la empleabilidad de trabajadores poco cualificados en el sector de las nuevas tecnologías tiene más probabilidades de ser autosuficiente. Esto le facilitará obtener financiación de otras fuentes como los préstamos, la inversión social de impacto o la inversión socialmente responsable.
En cualquier caso, conviene realizar un plan financiero sólido en el que se refleje cómo utilizará los fondos la empresa y cómo generará ingresos en cada una de sus etapas.
5. Identificar perfiles
La empresa social necesitará personal para desarrollar su actividad. Para eso es importante definir el tipo de perfiles y habilidades que se requieren para realizar su proyecto social. Habrá que hacer lo mismo con los criterios de contratación, especialmente si lo que busca la empresa es dar empleo a personas vulnerables.
En el caso de las empresas sociales, una posible estrategia consiste en contratar al principio el personal imprescindible para un proyecto mínimo viable y poner en marcha planes de voluntariado que ayuden a evolucionar el proyecto.
6. Plan de comunicación
Como ocurre con cualquier otra compañía, las empresas sociales deben poder comunicarse de manera eficaz con todos los interesados. Esto abarca a clientes —reales y potenciales—, proveedores, colaboradores y empleados.
Para ello, es especialmente útil elaborar un plan que incluya los canales de comunicación que utilizará la empresa para comunicarse con cada público objetivo —correo electrónico, sitio web, redes sociales, herramientas de mensajería…—, así como un calendario con acciones de comunicación para dar a conocer su actividad y su impacto social. Una identidad de marca sólida ayudará en gran medida al éxito del plan.
7. Inicio de la actividad y seguimiento
Ha llegado el momento de ponerse en marcha y realizar las actividades previstas en el plan de negocio. La empresa social echa a andar.
En este punto, es muy importante monitorizar regular y adecuadamente los resultados que va obteniendo la empresa para corregir o potenciar lo que sea necesario para que cumpla con sus objetivos. Para ello, se deben definir indicadores clave de rendimiento que permitan conocer la evolución del negocio. Son los que permitirán saber si es necesario introducir correcciones o mejoras antes de seguir escalando la empresa.