Valencia 23/05/24. El patio del palacio de los Marqueses de Malferit, sede de Libertas 7, acogió ayer la penúltima conferencia del XXXIII Seminario de Ética Económica y Empresarial de la Fundación Étnor, titulado en esta edición “Empresa y Democracia”.
Jesús Conill, catedrático de Filosofía Moral y Política de la Universitat de València y fundador de Étnor y vocal de su ejecutiva, planteó en su conferencia un tema que reconoció “complejo y difícil” desde toda perspectiva, tanto la científica como la filosófica, y que daba título a su ponencia: “¿Es necesaria la conciencia moral para la empresa y la democracia?”. Agnès Noguera, consejera delegada de Libertas 7 y también vocal de la ejecutiva de Étnor, abrió el acto e introdujo al conferenciante.
Conciencia moral
La conciencia moral es la perceptiva, la neuropsicológica, explica Conill. La experiencia histórica y literaria ofrece multitud de ejemplos de ella, y entre otros, Conill rememora el el mito de Antígona y el caso Dreyfus. La conciencia moral también es avalada por algunos conceptos, la perspectiva socrática alude a “un fondo insobornable de la persona”, en palabras de Ortega y Gasset. “Es la voz de la conciencia”, explica Conill, “no todo el mundo tiene un precio”.
Esa voz de la conciencia “nos vincula a una instancia, es un sentir, y supone que uno se auto esclarece así mismo y al hacerlo te orientas” La perspectiva socrática es recogida por los estoicos, para quienes la conciencia moral es la manifestación y expresión de una especie de ley natural, una ley innata, y de un orden natural, “tenemos que vivir homologados a la naturaleza, la conciencia expresa ese orden natural”.
En la tradición moderna “es fundamental entender que la conciencia moral de auto obligación es expresión de la libertad”, expone Conill. Implica responsabilidad, ¿ante quién?, ante uno mismo, “nos la arreglamos mejor con nuestra conciencia que con nuestra reputación”.
Empresa y democracia
Para que “esa voz de la conciencia” tenga “vigor” en la empresa y en la democracia, en la vida cotidiana, Jesús Conill apunta a crear las condiciones para que en estos ámbitos se pueda vivir con libertad de conciencia y apela, para ello, a los valores, los principios y las culturas de empresa, “para que una buena empresa funcione tiene que vivirse en y desde la libertad, en pluralismo, la vida moderna ha de vivirse en pluralismo”.
Para avanzar en esa dirección, Conill considera que se debe coordinar el nivel personal, el profesional y el organizativo, “la conexión entre lo intra subjetivo y lo intersubjetivo”, es decir, actuar según la conciencia moral en la vida empresarial o en un partido. “La nuevo de la modernidad es que nos hemos abierto a una perspectiva moral universalista”, y en esta conciencia moral de la persona moderna “no hay obligación de estar en una empresa o en un partido a un esfuerzo titánico, hay que poner las condiciones que nos permitan alinearnos con las exigencias de la conciencia moral. Hemos de lograr una sociedad que eso lo permita, de lo contrario no tendremos buena empresa, ni buena democracia, ni buenos partidos”.
Opinión pública
En el último tramo de su intervención, Jesús Conill se ha referido a la opinión pública y a dos de sus aspectos clave: el control social y la formación de estereotipos y, con ello, a la sumisión impuesta colectivamente y al gregarismo. “Si no sabemos superar ese momento no podemos enriquecer la vida de una empresa o de la democracia, no hay puntos de vista plurales”. Y se produce lo que Jesús Conill denomina “la espiral del silencio”. “Nos autocensuramos, es un mecanismo sutil pero sumamente eficaz para silenciar las propuestas en la vida pública, un obstáculo insalvable para el pluralismo, para la libertad, para la democracia y para las buenas empresas y la calidad de nuestras organizaciones”, advierte al cierre de su conferencia Jesús Conill.