Valencia 13/02/25. El derecho a la libertad de expresión, “madre de toda democracia” en opinión del periodista y escritor José Antonio Zarzalejos, vive un momento crítico y ocupa el núcleo duro del debate en España y en todo occidente, sobre todo tras la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. Son muchas las incertidumbres sobre cómo evolucionará el ejercicio de este derecho, pero también alguna certeza: la necesidad de adaptar los criterios legales técnicos y judiciales que garantizan este derecho fundamental para las democracias a la nueva era digital, al universo de internet y las redes sociales y a las nuevas formas de comunicación sin la intermediación de los medios de comunicación.
Con su conferencia “La disrupción de la libertad de expresión en la era digital”, José Antonio Zarzalejos ha participado en el Seminario de Ética Económica y Empresarial de la Fundación Étnor que esta edición plantea una pregunta para el debate: “¿Es posible llegar a entenderse en una sociedad pluralista?” La conferencia, organizada en colaboración con la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV), ha sido introducida por Adela Cortina y Pedro Coca, directora académica y presidente de Étnor.
La libertad de expresión en la era digital
La libertad de expresión tiene dos derivadas fundamentales, explica el ponente, y son la libertad de prensa, transmisora de información, y la libertad de cátedra, transmisora de conocimiento. “Un país es libre cuando sus ciudadanos y medios de comunicación pueden manifestarse sin miedo a ningún tipo de represalia o constricción y cuando sus centros académicos, especialmente los universitarios, difunden el conocimiento, y además investigan y por lo tanto innovan”, explica el ponente. Por eso “las autocracias lo primero que hacen es cercenar la libertad de expresión, monopolizar el discurso público”.
En el mundo analógico de 15 años atrás, el derecho a la libertad de expresión tenía un “perímetro muy definido” por el respeto a otros derechos, como el derecho al honor, a la imagen o a la rectificación y los tribunales lo aplicaban. La irrupción de las tecnologías de la comunicación e internet acaba con la intermediación de los medios de comunicación del mundo analógico, “el ciudadano esta empoderado por la tecnología de la comunicación, cree que no necesita a los medios de comunicación, y también lo creen algunos políticos que recurren a las redes sociales para trasmitir su mensaje a las grandes audiencias, el signo más claro de lo que son las políticas populistas”, apunta Zarzalejos. Y ejemplifica con dos acontecimientos históricos de 2016, el Brexit y la primera elección de Trump como presidente de los EE.UU. tras su primera campaña electoral librada en las redes sociales.
El acceso generalizado a internet cuenta con tres protagonistas claves, los ciudadanos, los políticos y las grandes corporaciones tecnológicas, que se debaten ante dos posicionamientos diferentes: la cancelación, la disuasión de la expresión libre de opiniones si no se ajusta a los estándares de lo políticamente correcto. Y, como reacción, el libertarismo, llamado ultraconservador o de extrema derecha pero siempre populista. El nuevo libertarismo dice que la moderación es censura y enlaza con el anarquismo latente en la esencia de internet, que es gratuito, libre y neutral.
Quiebra de la intermediación
En esta nueva era, los políticos sustituyen las instituciones por las redes sociales para comunicarse con las audiencias, “se quiebra la intermediación”, y los medios de comunicación dejan de cumplir esa función. ¿Cuál es entonces su función? Zarzalejos lo tiene claro: “el periodismo ahora tiene que verificar la veracidad de lo que esta ocurriendo y se está informando y añadir valor, contexto y análisis”. Y respecto al cuestionamiento de la profesión en países occidentales, considera que “es un grave error de carácter democrático”. José Antonio Zarzalejos opina también que “lo que viene dado en llamarse el periodismo ciudadano o la democratización de la información es un gran engaño colectivo de aquellos que no quieren que el periodismo solvente haga su labor”.
El gran beneficiario de esta nueva era son las grandes compañías tecnologías, “que no son europeas, son americanas y chinas”, que desafían a los poderes legislativos y que, en ocasiones, se alían con los nuevos dirigentes iliberales. “El gran fenómeno que estamos encontrando es la coalición de intereses que se produce en EE. UU. entre las grandes corporaciones y una administración que secunda estos criterios de libertarismo”, explica Zarzalejos. En su opinión, “hay una reciprocidad entre esos poderes fácticos que se legitiman exclusivamente por su potencia económica y tecnológica, y los poderes políticos que sí tienen una legitimación democrática de origen pero que corren el riesgo de perder la legitimación de ejercicio”, y advierte: “en algunos poderes políticos occidentales hay unas fisuras extraordinarias”.
Agentes de la era digital
José Antonio Zarzalejos, se ha referido también al “capitalismo salvaje” que convierte en agentes de la relación social a grandes magnates de la primera potencia del mundo; a la polarización, “un modelo de negocio para los políticos”; al anonimato y el negocio de los datos, y a la perplejidad con la que Europa y el derecho asisten a todo este fenómeno. También al lenguaje del poder, que es “engañoso y críptico”; a los influencers, que se convierten en prescriptores sin responsabilidad ni regulación, y al “efecto desaliento”, que se produce cuando “los poderes fácticos despliegan comportamientos que nos disuaden de ejercer nuestras libertades constitucionales”.
En el cierre de su conferencia, el ponente ha planteado una renovación de los criterios legales, técnicos y judiciales que permitan las condiciones idóneas para el ejercicio del derecho a la libertad de expresión en la era digital. Asimismo, advierte que las desregulaciones, el libertarismo en las redes y la menor vigilancia de los Estados, así como la transferencia de poder a las grandes corporaciones tecnológicas, desafían los paradigmas de las democracias liberales que por mutación se están convirtiendo en regímenes iliberales con sesgos autocráticos. “Tenemos que estar en el espacio central, el de la sensatez, la convivencia y la buena vecindad de los derechos fundamentales”, concluye el ponente.